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La responsabilidad de la masacre en Bagua – Amazonas, donde murieron 11 policías y 25 nativos, no tiene responsables únicos. 

La responsabilidad de la masacre en Bagua – Amazonas, donde murieron 11 policías y 25 nativos, no tiene responsables únicos. 

Antonio Manco

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La misma culpa la tienen; el Gobierno por dilatar una solución a la derogatoria del decreto legislativo 1090; el Congreso, por tener tanto tiempo la papa caliente hasta que al final le reventó en la cara; un dirigente como Alberto Pizango que se dejó manipular por sectores radicales y hasta los medios de comunicación que azuzaban a la reacción violenta.

El presidente Alan García tuvo una grave omisión pues sólo se dedicó a la bravata y le pasó el encargo al premier Yehude Simon para que busque una solucion con los amazónicos por la vía del diálogo. Pero, del Jefe de Estado sólo se escucharon palabras medidas y en ningún momento afrontó personalmente el tema de fondo.

El sábado pasado lo escuché retar al propio Pizango y a los legisladores Nacionalistas a un debate público en torno a la derogatoria el decreto legislativo 1090. Pensé por un momento que la polémica podría ser una interesante salida,  pero pasaron las horas, los días, la semana, y nuestro presidente se escondió en sus cuarteles de invierno, hizo un par de viajecitos para inaugurar obras y nada más.

Olvida el presidente que tiene la obligación moral de enfrentar los problemas nacionales y la protesta amazónica era ineludible. Olvida el presidente que con estas omisiones alimenta el anti sistema que promueven sectores radicales con Ollanta Humala a la cabeza, quien además ansía un régimen cerrado y poco democrático al puro estilo de Hugo Chávez.  Para colmo ayer nuestro Jefe de Estado daba una entrevista a una guapa reportera del Canal 7, tras una inspección de obras en Lambayeque, mientras el país estaba sorprendido por la masacre.   

Del Congreso ni hablar, soy testigo de las horas hombre que se pierden en los Plenos los días jueves. Han pasado varias semanas y este controvertido decreto 1090, por más positivo que sea, no fue debatido a fondo por nuestros padres de la patria.

Don Javier Velásquez Quesquén suspendió la sesión plenaria hace más de una semana, sólo porque el humalista Werner Cabrera sacó a relucir su mala crianza y se puso a gritar como un descosido. Esta semana tampoco se voto el 1090, porque los humalistas demostraron su desorganización y llegaron tarde a la sesión plenaria. Puedo asegurar que ya tenían los votos para derogar la norma, pero no supieron aprovechar la ventaja.

De Alberto Pizango tengo que decir -sin ánimo de menosprecio- que no sabe ni donde está parado. Basta escuchar su discurso desacomodado, confuso y excesivamente contradictorio. Esa deficiencia lo hace fácilmente manipulable y de hecho, este dirigente de Aidesep, es movido como una marioneta.

El señor Pizango firmó cuatro actas de compromiso a lo largo de estos 60 días de protesta, primero se comprometía a dialogar y luego daba marcha atrás. Primero buscó al presidente del Congreso, Javier Velásquez, pero al final dejó a medio terminar la negociación. Luego acudió donde Yehude Simon, dijo que quería dialogar, pero de pronto pateó el tablero de nuevo y finalmente aceptó integrar una comisión multisectorial que abandonó hace un par de días.

Los radicales oportunistas quienes pescan a río revuelto, entre ellos Javier Diez Canseco; un personaje que ha fracasado en su intento nefasto de llegar al Gobierno y ahora se junta con la masa popular para pescar a río revuelto.  El líder nacionalista, Ollanta Humala, quien sólo quiere petardear el TLC y sin lugar a dudas no quiere que exista explotación petrolera en la selva peruana, seguro porque Hugo Chávez quiere que el Perú le siga comprando petróleo a Venezuela. 

El señor Humala ha repetido por estos días un discurso similar al de Pizango, sin sugerir propuestas intermedias al problema de la selva. Ojo que Humala tiene una numerosa bancada de congresistas, quienes sólo han presentado contadas iniciativas en favor del oriente peruano.

Los medios de comunicación, que toda la mañana de ayer azuzaban a la población a incendiar locales públicos y doy fe de ello porque desde las 6 AM me dediqué a escuchar varias radios por Internet. Igual responsabilidad tienen los medios nacionales, los cuales -salvo contadas excepciones- no se dedicaron a proponer un debate a fondo del decreto legislativo 1090, que se presta a diversas interpretaciones, pero que a la larga, frenaba -por ejemplo- la deforestación que promueven los taladores ilegales y sancionaba la contaminación de los mineros ilegales y del narcotráfico.

Como ven, todos somos responsables de este problema social que podría agravarse. Así, en nuestro país se puede de nuevo cocinar ese apestoso caldo de cultivo que es el terrorismo y que malos peruanos -entre ellos algunos políticos- quisieran ver resurgir de nuevo.

Administrador de contenidos de Grupo Periodismo en Línea

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